Decenarios hilo y estrella Mod. 1114

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Decenarios hilo y estrella Mod. 1114

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Pulsera decenario con estrella plateada que simboliza a la Virgen María, trabajada en hilo de algodón morado trenzado con mostaza con cuentas de madera en tonos rosa y malva y cascabel plateado.

En medio de la oscuridad de la noche, los marineros durante siglos han mirado a las estrellas para poder orientarse en el inmenso océano y llegar a puerto. La Virgen María es estrella que guía en la travesía de la vida, la invocamos como estrella de la mañana, que anuncia la llegada del Señor, el Sol que va a iluminar el mundo; estrella de esperanza que nos trae al Salvador; estrella del mar, que nos conduce a Cristo, nuestro puerto seguro. (VER DESCRIPCIÓN)

Hecho a mano por las hermanas de Iesu Communio.



Pulsera decenario con estrella plateada que simboliza a la Virgen María, trabajada en hilo de algodón morado trenzado con mostaza con cuentas de madera en tonos rosa y malva y cascabel plateado.

En medio de la oscuridad de la noche, los marineros durante siglos han mirado a las estrellas para poder orientarse en el inmenso océano y llegar a puerto. La Virgen María es estrella que guía en la travesía de la vida, la invocamos como estrella de la mañana, que anuncia la llegada del Señor, el Sol que va a iluminar el mundo; estrella de esperanza que nos trae al Salvador; estrella del mar, que nos conduce a Cristo, nuestro puerto seguro.

Tanto en los momentos de alegría o de preocupación confíale a Ella todo lo que hay en tu corazón, mira a la estrella, invoca a María...

Si se levantan los vientos de las tentaciones,
si te ves arrastrado contra las rocas del abatimiento,
mira a la estrella, invoca a María.

Si eres batido por las olas de la soberbia,
de la ambición, de la detracción o de la envidia,
mira la estrella, invoca a María.

Si la ira o la avaricia o la seducción carnal
sacuden con furia la navecilla de tu espíritu,
vuelve tus ojos a María.

Si te asalta el peligro, la angustia o la duda,
recurre a María, invoca a María.

Que nunca se cierre tu boca al nombre de María,
que no se ausente de tu corazón.
Si la sigues, no te desviarás;
si recurres a ella, no desesperarás.
Si la recuerdas, no caerás en el error.
Si ella te sostiene, no vendrás abajo

(San Bernardo).