La mujer es el sol de la casa | Cuaderno color

No Disponible

La mujer es el sol de la casa | Cuaderno color

15,00 €

Disponible - (Imp. Incluidos)

EAN / Cod. Barras
Peso0,5 Kg

Modelo



Cuadernos grabados con la imagen de un hogar en el que la madre-sol es el centro de la casa. Los niños se refugian al calor de la madre. Grabado en laser con el mensaje: 'La mujer es el sol de la casa'.

En la contraportada está grabado el mensaje de Pio XII: 'La mujer es el sol de la casa'. VER DESCRIPCIÓN

Cuaderno de 80 páginas tamaño Din A5.



Cuadernos grabados con la imagen de un hogar en el que la madre-sol es el centro de la casa. Los niños se refugian al calor de la madre. Grabado en laser con el mensaje de Pio XII: 'La mujer es el sol de la casa'.

La mujer es el sol de la casa

“La esposa viene a ser como el sol que ilumina la familia. Sí, la esposa y la madre es el sol de la familia. Es el sol con su generosidad y abnegación, su constante prontitud, su delicadeza vigilante y previsora en todo cuanto puede alegrar la vida a su marido y sus hijos. Infunde en torno a sí luz y calor.

Se consagra a hacer feliz, no a sí misma, sino al otro. Este noble sentimiento le nace con las palpitaciones de madre, con la madurez del corazón; madurez que si recibe amarguras, no quiere dar sino alegrías; si recibe humillaciones, no quiere devolver sino dignidad y respeto, semejante al sol que, con sus albores, alegra la nebulosa mañana y dora las nubes con los rayos que desprende en su ocaso.

La esposa es el sol de la familia con la claridad de su mirada y con el fuego de su palabra; mirada y palabra que penetran dulcemente en el alma de los demás, la vencen y enternecen y alzan fuera del tumulto de las pasiones, arrastrando a la alegría del bien y de la convivencia.

La esposa es el sol de la familia con su ingenua naturaleza, con su digna sencillez y con su majestad cristiana, recogimiento de espíritu, sutil armonía de su porte y de su vestir, de su adorno y de su continente, reservada y a la par afectuosa, cálida, cariñosa. Sentimientos delicados, proporcionados, equilibrados, graciosos gestos del rostro, ingenuos silencios y sonrisas, una condescendiente señal de cabeza, le dan la gracia de una flor selecta y sin embargo sencilla que abre su corola para recibir y reflejar los colores del sol del Resucitado. ¡Cuán profundos sentimientos de amor y de gratitud suscita e imprime en el corazón la mujer!...”

(Pío XII)